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Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Lleva a la página principal

Paseo del Prado, 8 - 28014 Madrid - España

  La Colección    
 
 Mata Mua (Érase una vez)  
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GAUGUIN, LA PINTURA DE PONT-AVEN Y LOS NABIS


GAUGUIN, Paul (París, 1848 - Atuona, 1903)


Mata Mua (Érase una vez)
Óleo sobre lienzo, 91 x 69 cm

Colección Carmen Thyssen-Bornemisza


En noviembre de 1893, apenas unas semanas despu+s de su regreso de Tahitª, Gauguin organizÑ una exposiciÑn de sus obras m»s recientes en la Galerªa Durand-Ruel y comenzÑ a redactar un texto titulado Noa Noa (óPerfumado+) con el fin de explicar el sentido de sus lienzos a un p+blico que tenªa un desconocimiento absoluto de las costumbres tahitianas y de los dioses maorªes. A pesar de estas precauciones, aficionados y periodistas se quedaron muy desconcertados ante aquellas enigm»ticas escenas, aquellos lienzos de brillantes colores, las perspectivas planas y las herm+ticas inscripciones que daban tªtulo a los cuadros. Entre las cuarenta y seis piezas del cat»logo, fundamentalmente obras realizadas durante su estancia en Oceanªa a excepciÑn de tres lienzos bretones, figuraba con el n+mero 6 Mata Mua (+rase una vez).

En un paisaje idªlico cuya perspectiva cierran unas montaªas rosas y violetas, unas mujeres tocan la flauta y bailan ante un gigantesco ªdolo de piedra. Adoran a la diosa Hina (la luna), que Gauguin tambi+n representÑ en un lienzo ejecutado en 1893, Hina Maruru (Fiesta de Hina) (W 500) .

El paisaje, construido mediante superficies de color imbricadas de abajo a arriba en la composiciÑn, se lee en ese mismo sentido como una estampa japonesa. El fuste de un enorme »rbol divide el espacio en dos partes, ocupando la m+sica el primer plano y el baile el t+rmino medio. El cuadro no es la transcripciÑn de una escena ni de un paisaje real, sino una nueva composiciÑn a partir de elementos observados, que aparecen en otras obras del artista realizadas entre 1892 y 1894, por ejemplo, el mismo paisaje hace de telÑn de fondo en Pastorales tahitianas (W 470); el »rbol de ancha copa amarilla del fondo tambi+n est» presente en Fatata te Moua (Al pie de la montaªa) (W 481) y en Nave nave Moe (La alegrªa del descanso) (W 512); el ªdolo aparece igualmente en Parahi te Marahe (Ahª est» el templo) (W 483) y en Nave nave Moe (La alegrªa del descanso) (W 512); por lo que se refiere exclusivamente a las mujeres que bailan, pueden verse Mahana no Atua (Dªa del Seªor) (W 513), y a las dos mujeres sentadas Arearea I y II (Alegrªa) (W 468 y 469); en cuanto a la flautista sola, es interesante la comparaciÑn con Parau Parau (Palabras susurradas) (W 472) y Hina Maruru (Fiesta en Hina) (W 500).

Gauguin se habªa ido a Tahitª con el objetivo de conocer la antigua civilizaciÑn maorª, amenazada por la colonizaciÑn y la cristianizaciÑn. A trav+s de sus cuadros, pretendªa resucitar aquel óantaªo+ sagrado en el que el hombre vivªa en armonªa con la naturaleza y volver a encontrar, lejos de Europa, los dioses huidos y el paraªso original. Poco tiempo despu+s de su llegada, emprendiÑ un viaje por la isla con el fin de descubrir lugares a los que todavªa no hubiera llegado la corrupciÑn y la decadencia que reinaban en Papeete. óMe alejo del camino que bordea el mar y me adentro por un bosque que sube hasta bastante altura en la montaªa. Llego a un vallecito. Los escasos habitantes que lo habitan quieren seguir viviendo como antaªo+. Gauguin desarrollarªa en la versiÑn definitiva de Noa Noa estas breves lªneas anotadas sobre la marcha en el primer manuscrito del texto; constituyen la explicaciÑn que ofrece el artista de su lienzo Mata Mua, aut+ntico himno en honor de la mujer maorª: óEn tiempos de abundancia, de importancia social, de gloria nacional, cuando la raza autÑctona reinaba en las islas y todavªa no habªa acogido al extranjero, en tiempos de los dioses, ¦Matamua! La leyenda halla por doquier fundamento en esta tierra fabulosa por naturaleza, pero es a la divinidad femenina Hina,

diosa de la mentira y de la piedad, a la que m»s se entregan estos hombres de otros tiempos. La luna tiene sus festividades que se celebran con besos, con cantos, con bailes, que celebra la naturaleza mediante inefables prodigios [...]. Las mujeres siguen fieles a los dioses muertos por una nostalgia instintiva. Sus placeres y sus terrores habitan siempre Matamua. Asª es como el artista ha visto a la mujer pueril y majestuosa que encarna el sªmbolo de toda una raza antigua, y se ha encargado de expresar en la obra pintada los secretos que le arrebatÑ al culto difunto del que ella fue ªdolo y sacerdotisa, y a la naturaleza de la que es algo asª como una sªntesis maravillosa+.

El lienzo, que no hallÑ comprador en la subasta que Gauguin organizÑ en 1895 para costearse su segundo viaje a Oceanªa, se rebajÑ al precio de quinientos francos fijado por el artista . Luego ingresÑ en la c+lebre colecciÑn de Gustave Fayet y pasÑ sucesivamente por distintas manos privadas antes de que, en mayo de 1984, lo adquirieran por un precio r+cord y a partes iguales el barÑn Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y Jaime Ortiz-Patiªo. Cuando +ste +ltimo puso el cuadro en venta en 1989, el barÑn Thyssen comprÑ la otra mitad, convirti+ndose en propietario +nico del mismo.

Isabelle Cahn