EL IMPRESIONISMO FRANCÉS
MONET, Claude (París, 1840 - Giverny, 1926)
El puente de Charing Cross
1899
Óleo sobre lienzo, 64,8 x 80,6 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Las series de cuadros pintados por Monet que representan vistas del río Támesis fueron ejecutadas entre los años 1899 y 1904. En tres ocasiones Monet volvió al Hotel Savoy y allí, desde una privilegiada posición elevada, ejecutó varias vistas de los puentes de Waterloo y Charing Cross. Gustave Geffroy, amigo de Monet y crítico de arte, recordaba una visita que había hecho al estudio del pintor acompañado por Clemenceau en el año 1900: «Varias veces le vimos en el balcón de su cuarto mirando hacia el Támesis: el puente de Charing Cross a su derecha, el puente de Waterloo a su izquierda [...]. Entre ambos, las aguas del Támesis, casi oculto por la niebla, se ondulan formando olas. Un barco pasa como un fantasma. Los puentes casi desaparecen en el espacio, y sobre ellos un movimiento casi imperceptible parece dar vida a la opacidad de la niebla: trenes que pasan uno tras otro sobre el puente de Charing Cross, autobuses que circulan velozmente por el de Waterloo, ráfagas de humo que parece engullir rápidamente la densa y lívida inmensidad [...]. Es un espectáculo impresionante, solemne y tenebroso [...]. El espectador tiene la impresión de que todas las cosas están a punto de desvanecerse, sumergirse y desaparecer dentro de esta oscuridad incolora».
En El puente de Charing Cross a la altura del Parlamento, el Támesis, cubierto de niebla, se ve a la luz del crepúsculo de una tarde de invierno, las barcazas avanzan lentamente sobre la superficie del agua, la silueta nebulosa de las casas del Parlamento son apenas visibles a la luz marchita del sol que se pone.
El marchante René Gimpel anota en su diario (entrada del 28 de noviembre de 1918) que Monet le había dicho que sólo le gustaba Londres durante el invierno _con niebla_: «Sí, yo amo Londres en mayor medida que la campiña inglesa. Yo adoro Londres, es tan simple como una masa, como un conjunto. De Londres, lo que más amo es sin duda la bruma».
Se cree que, durante los tres inviernos que Monet pasó trabajando en Londres (de 1899 a 1901), el pintor terminó solamente doce vistas del Támesis, hechas in situ. De vuelta a Giverny, trabajó al menos en ocho lienzos más, aunque no expuso un conjunto de vistas de Londres _treinta y siete en total_ hasta 1904 en la galería parisina Durand-Ruel. Monet reelaboró casi todas las pinturas de esta serie en su estudio, pues el artista no estaba interesado tanto en la exactitud topográfica como en el estudio sobre las condiciones atmosféricas. Por ejemplo, en el cuadro que nos ocupa eliminó la Aguja de Cleopatra de la vista del Puente de Charing Cross.
En aquella exposición del año 1904, el crítico Georges Lecomte afirmó que Monet nunca «alcanzó una sutileza tan vaporosa, un poder de abstracción y de síntesis tan grande». Gustave Kahn, antiguo poeta simbolista de la década de 1880 y amigo de Seurat y Fénéon, encontró otras analogías cuando vio las ocho vistas del puente de Charing Cross: «El agua es como un espejo sobre el cual las sombras vaporosas se persiguen y se suceden unas a otras en frágiles, lentas armonías, como las de Schumann o, si se quiere, como las de Fauré».
Durand-Ruel compró El puente de Charing Cross en la temprana fecha de noviembre de 1901. Más tarde _1903_, el lienzo fue vendido al marchante alemán Paul Cassirer. No fue incluido, sin embargo, en la exposición Durand-Ruel del año 1904.
Ronald Pickvance
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