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Maestros antiguos. Bachillerato. Actividad 2.

Doménico Ghirlandaio

En el Renacimiento el retrato tiene la misión de plasmar una serie de planteamientos teóricos al tiempo que recoge también la idea de belleza tomada del modelo clásico. Desde el principio los pintores se encontraron con el problema de recoger con exactitud al modelo retratado y conjugarlo, al mismo tiempo, con el ideal de belleza clásico. La tipología del retrato es muy variada a lo largo del Renacimiento, cambian los fondos, la postura, los elementos alegóricos, etc. Intenta recopilar imágenes de retratos renacentistas y realiza una división de los mismos atendiendo a sus características formales.

El hombre renacentista busca, entre otras cosas, perpetuarse mediante el retrato, ¿qué intenta recoger cada uno de estos retratos que has visto?

Vittore Carpaccio

Este auge del retrato tiene que ver con el interés que despertaron los estudios por el hombre y el mundo que le rodeaba, así lo recoge el texto de Francastel que reproducimos a continuación y que te puede servir para comprender un poco más este proceso.

"La verdadera revolución intelectual y plástica ocurrió cuando los artistas se dieron cuenta de que la situación del hombre respecto al universo no estaba completamente definida por el dogma secular. Al principio del Quattrocento se abre simultáneamente la investigación sobre el mundo y la investigación sobre el hombre. Por lo demás, ambas cosas son absolutamente inseparables.
El hombre sólo se conoce y se comprende en relación con una determinada representación que se hace de los fenómenos que le rodean. Para estudiarse, deben primero representarse las fuerzas y los elementos con los que se enfrenta en cada momento de su acción. La representación del espacio implica un análisis incesante de la posición del hombre, en pie sobre la Tierra y envuelto en una atmósfera fluida. Todo lleva a la conclusión de que el Renacimiento tuvo como punto de partida el paso de una concepción según la cual el mundo era representación concreta del pensamiento de Dios a una concepción según la cual el mundo era una realidad en sí misma, una naturaleza, por lo demás semidivina, y dotada de los atributos de permanencia y eternidad. No se interesaron por la aventura de la especie en general, sino por la de cada individuo, la de cada alma en particular. Surgió una especie de solidaridad general entre los hombres y el mundo, a partir de la cual se emprendió el doble inventario de ese mundo y de ese hombre que dejaba de ser exclusivamente reflejo de un pensamiento divino". (Pierre Francastel, Pintura y sociedad, Madrid, Cátedra, 1984, pp. 73-74.)

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