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PINTURA ITALIANA, FRANCESA Y ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
GOYA Y LUCIENTES, Francisco de (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828)
Una mujer y dos niños junto a una fuente
1786
Óleo sobre lienzo, 35,5 x 18,5 cm

Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Este delicioso boceto es el estudio preparatorio para el cartón titulado tradicionalmente Los pobres en la fuente, pintado por Goya entre 1786 y 1787 para servir de modelo a uno de los tapices que habrían de decorar el Comedor de los Príncipes en el Palacio del Pardo, situado en los alrededores de Madrid.

La decoración de este salón era el primer trabajo que el artista realizaba para la Corona después de haber sido nombrado pintor del rey en junio de 1786. Para dicha estancia, se encargó a Goya que ejecutara «Pinturas de asuntos jocosos y agradables que se necesitan para aquel Sitio», proyectando un conjunto de escenas alusivas a las cuatro estaciones del año. Para el muro destinado a la estación del invierno, separado en tres fragmentos por dos ventanales, Goya pintó el cartón titulado La nevada, sin duda uno de los más sobrecogedores de todos sus trabajos para la Real Fábrica de Tapices, flanqueado en cada uno de sus lados por El albañil herido y Una mujer y dos muchachos junto a una fuente, condicionados los formatos extremadamente alargados de estos últimos por la estrechez de los fragmentos de pared, destinándose finalmente para las sobreventanas dos composiciones de animales: Gatos riñendo y Pájaros volando.

A fin de conseguir la aprobación real a su proyecto decorativo, Goya ejecutó en poco tiempo los bocetos de todas las escenas de la sala, de los que habla a su amigo Zapater en una carta fechada el 12 de septiembre de 1786: «Ahora estoy muy ocupado haciendo borrones para una pieza donde come el Príncipe», debiendo mostrarlos al monarca poco después, ya que el fin de año presenta una cuenta de los gastos de «un coche en diligencia al Real Sitio del Escorial para presentar a S. M. (que Dios guarde) los Borradores de la Pieza de Comer del Pardo».

De entre todas las escenas que forman el conjunto, concebidas por Goya con un sentido colorista y amable, como representación del ciclo vital de la naturaleza en las distintas estaciones, son sin duda en las dedicadas al invierno, donde Goya manifiesta por vez primera en este tipo de cartones decorativos una clara conciencia social de la realidad cotidiana de su entorno, que evolucionará hasta el dramatismo más extremo en su obra de madurez.

En efecto, mientras que la escena principal representa a varios caminantes guareciéndose de una ventisca en un paisaje nevado, de vuelta de una matanza, uno de los lienzos laterales muestra a un albañil que es transportado por sus compañeros tras caer del andamio, formando pareja con el que representa a la mujer que acude con los niños a la fuente.

Sin embargo, en los estudios preparatorios elaborados por Goya de estas dos últimas composiciones, la interpretación de ambas varía radicalmente, ya que el primero representa Un albañil borracho, y no herido. Por su parte, el presente boceto muestra a una mujer joven, de rostro amable, acompañada por dos niños, seguramente sus hijos, que esperan pacientemente que se llene uno de los cántaros en el caño de la fuente. Uno de los muchachos, con sombrero y de espaldas, sujeta otro cántaro, mientras el más pequeño, con gesto lloroso, cruza sus brazos en señal de rabieta. Al fondo puede verse la silueta de una modesta casa.

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Nada hay sin embargo en este pequeño boceto que indique la ambientación de la escena en la estación invernal; circunstancia que se transforma por completo en el cartón definitivo, con el que muestra notables diferencias. Así, en la obra final el paisaje aparece nevado, se añade un árbol con las ramas desnudas, que subraya la verticalidad de la composición y refuerza la sensación desapacible de frío, que además indica de forma evidente el niño pequeño, que se protege las manos con el calor de su cuerpo, ocultándolas bajo las ropas. También se suprime el tercer cántaro apostado junto a la fuente, que Goya coloca ahora en la mano izquierda de la mujer, mientras que en el boceto preparatorio dicha mano reposa en el hombro del niño, para consolar su llanto. Por otra parte, las ropas que visten los personajes son modestas, pero decorosas, rasgo que se acentúa en el cartón definitivo y que, aunque señala la condición humilde de la familia, están muy lejos de poder interpretarse como indigentes o pordioseros. En este sentido, recientemente se ha sugerido que este grupo sea la familia del albañil del cuadro compañero, introducidos ambos temas por Goya en la decoración de este salón, en alusión al decreto promulgado por Carlos III para atender a las víctimas en accidentes de trabajo y a sus familias0.

Por lo demás, este boceto es bellísimo ejemplo de la primorosa exquisitez técnica utilizada por Goya en este tipo de obras de pequeño tamaño, con un tratamiento extremadamente delicado y atento de las figuras, ejecutadas con toques ligerísimos y vibrantes del pincel, que matiza con una extraordinaria sensibilidad sus rostros y vestiduras, como queda evidente en detalles tan mínimos como los cordones atados del niño pequeño, los flecos del pañuelo que la mujer lleva atado a la cintura o los efectos de la luz que modela su rostro.

Todos los bocetos pintados por Goya para esta decoración fueron adquiridos por los duques de Osuna el 6 de mayo de 1798 para su residencia de La Alameda, si bien éste no figura en el documento de compra, por lo que seguramente hubo de ser un regalo del artista a los duques, que habían sido sus amigos y protectores.

A la venta de la Colección Osuna, el boceto fue comprado por el anticuario Lafora en 1.000 pts.

José Luis Díez.




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