FRAGONARD, Jean-Honoré (Grasse, 1732 - París, 1806)
Jean-Honoré Fragonard nació en Grasse el 5 de abril de 1732. Hacia 1750, tras un breve período de tiempo trabajando en el despacho de un notario, se puso en manos de Boucher que lo remitió a Chardin, en cuyo estudio aprendió los rudimentos del arte. Sin embargo, al poco tiempo Boucher estaba tan impresionado por sus progresos que volvió a admitirlo en su estudio. Y tan sólo dos años después, en 1752, a pesar de no ser alumno de la academia, a Fragonard le permitieron concursar para el Prix de Rome, que ganó con una obra titulada, Jeroboán ofrece sacrificios a los ídolos.
Fragonard llegó a Roma en 1756. Vivió un período de grave depresión, por un complejo de inferioridad al compararse con los grandes maestros del arte italiano, que le impidió pintar durante varios meses; pero luego conoció al abate de Saint-Non, en cuya compañía visitó Nápoles y posteriormente Bolonia, Venecia y Génova, de camino de regreso a Francia. Toda su estancia en Italia está documentada a través de numerosos dibujos.
A partir de 1761 Fragonard se encuentra de nuevo en París, donde inicia una carrera artística muy activa. Los escasos documentos que han llegado hasta nuestros días mencionan encargos reales, algunos de los cuales ?como los del palacio de Versalles o los cartones para la fábrica de tapices de Gobelinos? no llevó a cabo en su totalidad; refieren una sola aportación al Salon de 1766; y la adquisición de numerosos cuadros que habían pertenecido a Boucher, el cual había muerto en 1770.
Además de los cuadros de caballete ?ejecutados para una gran variedad de mecenas, entre los que cabe citar a Berget de Grancourt (con quien Fragonard hizo un nuevo viaje a Italia donde realizó un gran número de dibujos en 1773)? el artista sin duda pintó diversas decoraciones para los palacios de las clases altas de la sociedad francesa. Entre ellas, tan sólo una se ha conservado intacta: la decoración hecha en 1771 para el pabellón del castillo de Louveciennes de la condesa du Barry, que en la actualidad se puede ver en la Frick Collection de Nueva York. Fragonard pintó una de sus obras maestras para el comedor del duque de Penthièvre en 1775, Fiesta en Saint-Cloud. En la década de 1780 acabó su período de mayor creatividad. No obstante, no decayó su fama, pues entre 1784 y 1787 revistas y periódicos siguieron publicando un gran número de estampas de sus más celebradas obras. Además, los cuadros de tema alegórico y mitológico que pintó en esos años le valieron el epíteto de «romántico antes de la revolución». No obstante, la Revolución de 1789 le pilló por sorpresa. Se marchó de París y se trasladó a Provenza, para regresar a París en 1792 y encontrarse con que ya no tenía protectores. Gracias a la intercesión de David, Fragonard pudo formar parte del comité encargado de seleccionar obras de arte para el nuevo museo que se proponía crear Napoleón. Como miembro de dicho comité pudo alojarse gratuitamente, primero en el Louvre y luego en el Palais Royal.
Fragonard murió el 22 de agosto de 1806, mientras regresaba a su casa desde un restaurante. Para entonces era una figura olvidada, el superviviente de una sociedad que había desaparecido y que en su día lo había idolatrado.
Marilena Pasquali
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