PIAZZETTA, Giovanni, Battista (Venecia, 1683 - Venecia, 1754)
Discípulo del pintor tenebrista Antonio Molinari, a la muerte de éste, en 1704, se traslada a Bolonia —única ocasión en toda su vida en que se ausenta de Venecia— para trabajar con Giuseppe Maria Crespi, cuyas enseñanzas, en parte neoguercinescas y en parte fieles al naturalismo, ejercerán una influencia perdurable en el estilo de Piazzetta, que curiosamente muestra gran respeto por la pintura centroitaliana. En 1711 Piazzetta aparece registrado en la Fraglia dei Pittori (gremio de pintores) y, siguiendo la estela de las rupturas de Crespi, no tardará en representar una facción en cierto modo disidente —que emplea masivamente los contrastes de claroscuro para la construcción de las formas— de la corriente dominante de los «claristas». El cromatismo veneciano dará un cariz original a esta recuperación imprevista a principios del siglo xviii de los modos refulgentes y deslumbrantes de la pintura barroca napolitana y boloñesa, que queda perfectamente patente —incluso en las sombras que todavía velan los primeros pasos del artista— en el propio Sacrificio de Isaac de la Colección Thyssen. Relativamente temprano (de hecho el pintor ya ha cumplido los treinta y cinco años de edad) es el fragmento que ha llegado hasta nosotros (Detroit, Institute of Art) del retablo con La Virgen y el ángel custodio, destinado a la Scuola dell’Angelo Custode de Venecia; a 1722 corresponde una de la obras más destacadas de la primera fase de la actividad de Piazzetta, el enérgico Santiago conducido al martirio de San Stae, cuya marcada tendencia tenebrista compartirán, entre otras obras (véase la Giulia Lama, Thyssen), el retablo de La Virgen y san Felipe Neri de Santa Maria della Fava, de Venecia (1724-1727), con cuyo fondo contrasta un colorismo de pinceladas incandescentes. También tiene un sello «tenebrista» el Santo Domingo en la Gloria adorando a la Trinidad de San Zanipolo, de 1727, aunque en el plazo de una década Piazzetta orientará su pintura hacia un estilo a grandes rasgos «clarista», adoptando una paleta más clara y, para él, inusualmente luminosa, en cierto aspecto tiepolesca y riccesca, que ya se advierte en el gran retablo con la Asunción de la Virgen que actualmente se encuentra en el Musée du Louvre y, todavía más, en la iglesia dei Gesuati de Venecia (1738) con San Vicente, san Jacinto, san Luis y san Beltrán, del que se ha mencionado su relación con la cristalina visión de la realidad de Canaletto. A principios de la década de 1740, a la producción religiosa se suma el interés de Piazzetta por las temáticas arcádicas y pastoriles (Adivina, Venecia, Gallerie dell’Accademia; Paseo campestre, Colonia, Wallraf-Richartz Museum), con respecto a las cuales se ha hablado directamente de inspiración de tipo sociológico o de crítica social implícita. El artista desempeña un papel muy relevante en la ilustración editorial, trabajando fundamentalmente para Albrizzi: son particularmente dignos de mención los dibujos, que posteriormente grabara Marco Pitteri, para La Gesuralemme Liberata, impresa «in folio» en 1745. De una lentitud proverbial a la hora de pintar, consecuencia inevitable de la importancia primordial que atribuía al ejercicio gráfico (Piazzetta fue uno de los dibujantes más destacados del siglo xviii y en vida tuvieron gran fama sus cabezas del natural realizadas con carboncillo y tiza) y a la representación del natural, el veneciano ralentizó enormemente su producción de cuadros, hasta el punto de que la Degollación del Bautista, de la Basilica del Santo en Padua, si bien fue realizada diez años antes de su muerte, ha de considerarse como una de sus últimas obras.
Roberto Contini
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