ENSOR, James (Ostende, 1860 - Ostende, 1949)
Hijo de padre inglés y de madre flamenca, Ensor nació y vivió en la ciudad belga de Ostende. Su familia poseía una tienda de souvenirs, donde se vendían porcelanas chinas, abanicos, conchas marinas, máscaras de carnaval y otros objetos decorativos que aparecerán con frecuencia en sus cuadros.
En 1877, el joven Ensor ingresó como estudiante en la academia de Bruselas, donde pasaría tres años. En una primera etapa, su obra comprende interiores y paisajes pintados en un estilo realista, sombríos y empastados. Hacia 1885, bajo la influencia de Turner y de los impresionistas, el color se vuelve más luminoso. En esa época, su obra abunda en máscaras, esqueletos y otros elementos grotescos y macabros, vinculados a la tradición flamenca de El Bosco y Bruegel. Tanto en sus grabados como en su pintura alienta una feroz intención satírica, que a veces alcanza intensidad visionaria; por ejemplo, en su obra maestra Entrada de Cristo en Bruselas (1888).
Suele decirse que el impulso creativo de Ensor declina, tanto en cantidad como en calidad, desde 1900. A partir de entonces, el artista, en vez de composiciones originales, prefiere elaborar nuevas versiones de sus obras anteriores, y sus fantasías resultan menos mordaces, más amables. En todo caso, es en esta larga etapa tardía cuando crece y se asienta la fama del artista. En 1908 se publica una monografía sobre su vida y su creación escrita por el gran poeta y crítico Émile Verhaeren. En 1910 tiene lugar una gran retrospectiva de su obra (en el Rotterdamsche Kunstring). Por entonces, Ensor provoca la admiración de los expresionistas alemanes; así lo prueba el que fuera incluido en la exposición Der Sturm de 1912, y la visitas de Emil Nolde y Erick Heckel a Ostende. El reconocimiento oficial y el aplauso popular, en fin, llegarán para Ensor en la década de 1920, con una serie de exposiciones en las principales capitales europeas, culminando en 1929 con la gran retrospectiva de su obra en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas, cuando el rey de los belgas concede al pintor el título de barón y su ciudad natal erige un monumento en su honor.
Guillermo Solana
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