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PINTURA DEL SIGLO XX EN FRANCIA, BÉLGICA, ESPAÑA E ITALIA
DUFY, Raoul (Le Havre, 1877 – Forcalquier, 1953)
El mercado de pescado, Marsella
1904-1905
Óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm

Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Raoul Dufy tiene veintiocho años cuando pinta El mercado de pescado, Marsella. Acaba de salir de la École Nationale des Beaux-Arts, donde ha sido alumno de Léon Bonnat. Se ve entonces sometido a una triple influencia: la de los pintores de la modernidad, como Boudin, Corot, Sisley, que son los primeros en romper con cierto academicismo por su elección de los temas, sus encuadres, una pincelada más libre y una grafía más rotunda; la de los impresionistas, como Monet, Degas, Seurat, empeñados en «pintar la luz», en evocar su difusión, su impacto sobre las formas; y por último la influencia del momento, el de una joven escuela francesa que es un hervidero de ideas revolucionarias y que está a punto de dar a luz al Fauvismo.

En esta obra Dufy vuelve a tratar un tema clásico, el del mercado, tan apreciado por los naturalistas del siglo xix. El mercado es un lugar repleto de vida, un universo de materias y colores. El artista ha elegido un encuadre muy vanguardista. No destaca ningún tema en particular ni se centra en ningún personaje concreto. Pinta la parte de atrás del decorado. Lo único que cuenta es el instante captado en directo, la impresión del momento.

El cuadro se divide en tres zonas horizontales bien delimitadas, tres franjas de color que, sin ser independientes de las formas, están perfectamente definidas. La primera, la de la parte inferior, es predominantemente roja: rojos son el suelo, la ropa de una de las mujeres y una caja de madera. En la segunda franja, la del medio, el artista sitúa toda la acción. Hay un encaje de personajes y de formas, sin orden aparente. En la tercera zona, la franja superior, dominan los verdes: verdes son las columnas, las paredes y el capitel. Responde a la primera franja y, al mismo tiempo, se opone a ella creando con ello un efecto de contraste y de perspectiva. El rojo resalta y el verde imprime profundidad. De este modo se potencia la acción. Estas amplias zonas se someten al ritmo de las rotundas manchas lisas de color: el rojo de las cortinas, el verde de las vigas, el azul de una blusa, el amarillo de una canasta. Cabe afirmar que el Fauvismo, que no tardará en nacer a impulsos de Matisse, está aquí obviamente en germen.

Dufy capta la acción como si fuera un fotógrafo. Para ello adopta una grafía impresionista, compuesta por pequeñas pinceladas alargadas, movidas y yuxtapuestas, en permanente oposición verde-rojo, rojo-azul, amarillo-rojo, que confieren un aspecto vibrante a los distintos elementos. Se trata, no tanto de pintar un tema, sino de pintar la luz que incide sobre el tema.

Por lo tanto, se puede decir que este cuadro está hecho a base de oposiciones: oposición de los colores, oposición de pinceladas, de ritmos, de géneros, oposición entre la luz del exterior y la penumbra del mercado. Y son precisamente estas oposiciones —aunque acaso se trate más bien de una lucha— las que, paradójicamente, consiguen conferirle a esta obra armonía y equilibrio.

El cuadro es uno de los últimos de este género. En 1905 Dufy se acercará a Matisse y adoptará el estilo fauvista.

Fanny Guillon-Laffaille



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