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PINTURA AMERICANA Y BRITÁNICA EN TORNO A 1900
HASSAM, Childe (Dorchester, 1859 - East Hampton, 1935)
Escena callejera en París, otoño
1889
Óleo sobre lienzo, 33,5 x 46 cm

Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

En los años 1885-1886 Hassam se estableció en Boston, donde se dedicó a pintar vistas de la ciudad. Mientras observaba las distantes multitudes de gente desde la ventana de un segundo piso o, en otras ocasiones, veía el grupo más intimo de los peatones desde el asiento de un taxi, Hassam retrató las calles de Boston captando los sutiles matices de la vida que se desarrollaba a su alrededor. Sus cuadros plasmaron imágenes tonales de la ciudad envuelta en la lluvia o en la sombra, oscurecida por la nieve que cae o bañada en la cálida incandescencia del crepúsculo. «Ve usted, el retrato de una ciudad [escribiría más tarde] tiene mucho que ver en cierto modo con el retrato de una persona. La dificultad no reside sólo en captar el parecido superficial, sino también el interior mismo. El espíritu, esto es lo que cuenta, y el pintor debería esforzarse en retratar el alma de una ciudad con el mismo cuidado que el alma de un modelo».

Las vistas de Boston pintadas por Hassam son notables no sólo por sus efectos atmosféricos, sino también por la profunda recesión del espacio que producen las líneas rápidamente convergentes de piedras del bordillo, filas de árboles, bancos de parques o farolas de gas. Por el tratamiento del espacio Boston a la hora del crepúsculo, 1885-1886 (Boston, MA, Museum of Fine Arts), anticipa Escena callejera en París, Otoño. En ambos lienzos, las filas de troncos de árboles casi sin hojas que retroceden, entablan un sutil juego con las siluetas de las formas de las figuras de los paseantes.

Escena callejera en París, otoño está directamente relacionada con Otoño, el undécimo cuadro de Hassam que participó en el Salon de París del año 1889 . A diferencia del cuadro que se conserva en la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, Otoño fue un estudio meticulosamente realizado que representaba las variadas y coloristas realidades de la vida en las calles de París. La escena está dominada por la gran figura de un hombre barbudo que lleva un arpa sobre un hombro mientras sostiene su sombrero delante suyo, bajo el otro brazo. Una vieja está barriendo hojas que colocará en la carretilla que tiene delante. Detrás de estas dos figuras fluye una corriente de parisinos vestidos a la moda. Escena callejera en París, otoño, que puede considerarse bien como un estudio para el gran Salon, bien como una variación suya, mantiene la misma escena de calle, incluyendo el dibujo de las hojas desparramadas. Sin embargo, las figuras anecdóticas del viejo y la mujer han sido suprimidas y los parisinos elegantemente vestidos han sido reducidos hasta formar una anónima masa de compradores.

Hassam era muy consciente de las diferentes interpretaciones a que se prestaba la misma escena en uno y otro cuadro, y tenía preferencia por representar la actividad de la calle de una forma espontánea, captando, según sus propias palabras «el espíritu, la vida, puedo decir incluso la poesía, de las figuras el movimiento». Respondiendo a la pregunta de un crítico declaró: «No puedo imaginar […] cómo un hombre situado a cincuenta pies puede pintar en un cuadro ojos y narices de figuras a esta distancia. A este cuadro yo lo llamaría una buena pieza de trabajo, sí, un buen trabajo científico; pero no lo llamaría en cambio arte de buena ley. El arte de buena ley es ante todo verdad. Si usted recorre con la mirada una calle y ve al primer golpe de vista una multitud en movimiento, esto es, a una distancia de cincuenta o cien pies, no diría la verdad si dice que ha visto los detalles de sus rasgos o de sus ropas. Todo el mundo que pinta una escena de estas características, y le da tales detalles, no está pintando según la impresión que recoge en el lugar, sino de acuerdo a ideas preconcebidas que se ha formado a partir de modelos y figuras dibujadas en el estudio y que tiene a mano. Este hombre es un analista, en ningún caso un artista. Para mí el arte es la interpretación de la impresión que la naturaleza produce sobre el ojo y sobre el cerebro».

Hassam se adhiere a la súplica de Baudelaire de que el artista se convierta en un pintor de la vida moderna y cree que un verdadero pintor de historia es aquel que refleja su propia época y pinta la vida que ve a su alrededor. Pero esta no es la razón —escribió— «que explica por qué pinto estas escenas de la calle. Las dibujo porque pienso que son temas estéticos y apropiados para los cuadros. No hay nada tan interesante para mí como la gente. Nunca me canso de observarla en su vida cotidiana, cómo se apresuran a las calles metidas en sus asuntos o cómo pasean y deambulan para distraerse. La humanidad en movimiento es para mí un objeto continuo de estudio».

Kenneth W. Maddox




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