PAUL SIGNAC Y LA PINTURA EN FRANCIA, BÉLGICA Y ESPAÑA EN TORNO A 1900
REGOYOS, Darío de (Ribadesella, 1857 - Barcelona, 1913)
El paso del tren
1902
Óleo sobre lienzo, 35 x 55 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
El paso del tren es una escena de Ategorrieta, cerca de San Sebastián, que fue llevada a cabo en otoño del mismo año en que el pintor se trasladó desde Irún a esta ciudad.
El ambiente de otoño está perfectamente recogido a través de la falta de hojas en los árboles y la falta de sol que impide la formación de sombras. Regoyos amaba el País Vasco por su luz moderada, que le permitía captar todas sus variaciones y tener en la naturaleza el mejor modelo para sus óleos. Como impresionista que era, sostenía que un artista podía pintar diferentes escenas sin tener que viajar, sólo debía observar los cambios de luz o del tiempo. Por otro lado, desde sus comienzos como pintor sintió un atractivo especial por los temas ferroviarios, pintando escenas de cuadros con esos motivos y en todos ellos mostró una enorme capacidad para pintar el humo del tren, como sucede en este óleo, en el que además él es el indicador del movimiento del tren, evitando tener que representar a la locomotora. La razón de ello quizá residiera en impedir que la máquina con su presencia rompiese la armonía natural del paisaje, considerando que los vagones de madera eran menos dispares.
Esta forma de componer el paisaje se reduce en otra obra pintada posteriormente, El puerto de Pasajes, en la que deja simplemente el humo y las vías de ferrocarril para expresar su paso reciente.
Finalmente recoge también en este cuadro la vida cotidiana, dos mujeres contemplan el paso del tren, reflejando la curiosidad o el deseo de viajar y la monotonía de los lugares exteriores a los centros urbanos.
Juan San Nicolás
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